La personalidad tipo D se caracteriza por la contención máxima de las emociones negativas. Las personas que tienen este tipo de personalidad inhiben su expresividad emocional de manera sistemática. También se caracterizan por la consecuente inhibición social. Además, suelen presentar sentimientos subjetivos de tensión, ansiedad, ira y tristeza.
La inhibición social consiste en la tendencia a inhibir la expresión de las emociones en la interacción social. Por su parte, la afectividad negativa se define como un estilo de afrontamiento que produce diferencias individuales en distrés psicológico, quejas somáticas y autoconcepto.
Esta combinación de afectividad negativa e inhibición social la encontramos en las personas con personalidad tipo D, lo que incide de manera negativa en su salud. Por ejemplo, está demostrado que la depresión y la inhibición social son factores que pueden aumentar la mortalidad por un evento coronario agudo.
Personalidad tipo D y enfermedades coronarias
Como podemos observar, la personalidad tipo D está fuertemente asociada con la mortalidad en pacientes coronarios. Aquellas personas que ya han sufrido un infarto de miocardio y que presentan personalidad tipo D presentan mayor riesgo de padecer un segundo episodio agudo.
Además, una personalidad tipo D también puede promover la enfermedad coronaria de modo indirecto. Esto es posible gracias a conductas nocivas, como el consumo de tabaco, el sendentarismo y el consumo de alcohol. También se observa una incidencia negativa de este patrón de personalidad en la adherencia a los tratamientos de rehabilitación médica y psicológica.
Por otro lado, es reseñable que un nivel elevado de estrés psicosocial crónico de las personas coronarias con personalidad tipo D aumentaría el riesgo a sufrir isquemia de miocardio, arritmias ventriculares y eventos agudos fatales. De esta manera, la personalidad tipo D se caracteriza fundamentalmente por ser un predictor de la mortalidad a largo plazo por trastorno cardiovascular. En distintas investigaciones se ha encontrado una mortalidad del 23% en pacientes con personalidad tipo D y del 7% en pacientes con otro tipo de personalidad.
Francisco Pérez
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