14 enero 2019

Aprende a comer sin engordar.

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Cada día puedes robarle un montón de calorías a la báscula sin pasar hambre o matarte en el gimnasio. Te contamos cuáles son los secretos para comer sin engordar y cuáles son los errores que no debes cometer.

Se puede comer de todo sin pasar hambre ni engordar. La clave está en saber lo que tienes que comer, cuándo y de qué manera; y también en saber lo que no tienes que comer o cuándo. Introducir algunos cambios en tu día a día te ayudará a adelgazar sin tener que hacer dieta.

Te proponemos hacer un ‘clinic’ de tu dieta para detectar los pecados gastronómicos que cometes y potenciar tus buenos hábitos nutricionales. Una vez que hayas hecho la lista de alimentos que sabes que te engordan -sé sincera- divídelos en las siguientes categorías: sanos (pan, pasta, queso, etc.), poco recomendables (azúcar, embutidos, platos precocinados, chocolate, grasas no saturadas, etc.) y prohibidos (bollería industria, caramelos, chucherías, fast food, etc.). Modera los primeros (3 a 4 veces por semana), reduce a menos de la mitad el consumo de los segundos, y elimina los terceros.


Tú ya sabes cuándo comes bien y cuándo descuidas tu dieta, así que el primer consejo es que intentes compensar los excesos o las carencias de unas comidas con otras: muchas calorías a medio día = cena muy ligera; comida rápida durante el día = más proteínas, hidratos o vitaminas en la cena. Además de compensar, apunta en tu “agenda dietética”:

 Comer despacio y masticando bien los alimentos. Las señales de saciedad no se producen en el estómago hasta los 20-30 minutos desde que se comienza a ingerir. Si comes deprisa tomarás mucha más cantidad de alimentos.

 Hacer 5 comidas diarias. Lo habrás oído mil veces, pero es una de las reglas de oro para mantener un peso estable, no tener ataques de hambre entre horas y estar bien nutrida. Es mejor que te comas un pequeño bocadillo a que acabes devorando un bollo de chocolate para calmar la ansiedad.
 Aprende a seleccionar los alimentos que te convienen: los que menos calorías tienen ( verduras, etc.), los que son más sanos (aceite de oliva, fruta,  etc.), los que te aportan fibra (cereales, legumbres, pan), los que te relajan ( plátano, chocolate, etc.), los que le sientan bien a tu estómago (purés, yogures, pasta, etc.).
 Cambia tu estilo de vida. Introduce hábitos que te favorecen: dar un paseo después de comer, hacer ejercicio, cenar pronto, cocinar al vapor, comer sentada...
 Fíjate un peso razonable. Empieza con una meta fácil y luego ponte un tope, no pongas en peligro tu salud.
 No te saltes tus buenos propósitos durante el fin de semana: permítete algún capricho pero no todos.

 Introduce en tu dieta platos muy básicos para darle un respiro a tu estómago y restar calorías: pasta cocida con aceite de oliva o aguacate, arroz , frutas con yogur,  etc.

Los 7 pecados capitales
Simplemente evitando estos pecadillos le puedes restar entre 200 y 400 calorías diarias a tu dieta. Además, conseguirás aumentar la velocidad basal de tu metabolismo, lo que significa que quemarás más calorías durante el día y hasta durmiendo:

No desayunar. Mal comienzo. Si no tomas nada por la mañana tu metabolismo ralentiza su velocidad, corres el riesgo de tener un ataque de hambre, tu estómago se resiente y se produce mal aliento, te sientes cansada y con menos energía, y tu cuerpo no recibe los nutrientes que necesita.
 Pasar muchas horas sin comer. Por pasar mucho tiempo sin comer no necesariamente vas a adelgazar. Es más, tu cuerpo, puede negarse a soltar ni un gramo de lo que recibe. Te sentirás siempre cansada, tu humor empeorará y corres el riesgo de sufrir alguna carencia que se refleje en tu pelo, tus uñas, tu piel o tu salud. Comer algo ligero cada vez que tengas hambre le dará vida a tu metabolismo.

 Alimentarse con productos ligth. Éste es uno de los mayores engaños, que incluso puede inducirte a tener problemas de salud. Normalmente, estos productos aportan igual e incluso más calorías que los normales. Además, llenan menos, con lo que sueles acabar comiendo más. Tampoco sirven para cubrir todas tus necesidades nutricionales.
 No comer frutas y verduras. No pases de ellas. Tu organismo necesita las vitaminas, minerales y fibras que contienen. Además, son los alimentos más bajos en calorías. Y no puedes sustituirlos por zumos envasados o yogures con fruta. Cada día debes tomar al menos de 2 a 3 piezas de fruta y otras dos raciones de verduras u hortalizas.

 Beber poca agua. El agua conserva la elasticidad de los tejidos, hidrata el organismo y favorece las funciones metabólicas. Aporta minerales básicos: sodio y potasio para regular los procesos fisiológicos; magnesio para combatir el estrés; calcio y flúor, necesarios para huesos y dientes.

 Eliminar los hidratos de carbono. No te engañes, la pasta, el arroz o las legumbres no tienen la culpa de que hayas engordado. Preparados de forma ligera son unos alimentos excelentes para el control del peso y para conseguir un buen funcionamiento intestinal. Si estás estreñida seguramente es porque has dejado de comer legumbres. Los hidratos de digestión lenta son saciantes y tienen pocas calorías.

 Abusar del azúcar y las grasas. Se esconden en más alimentos de los que imaginas: zumos y bebidas envasadas, yogures de sabores imposibles, panecillos especiales, pizzas congeladas, ketchup, bollería, ensaladas de fast food...


Cuando hagas dieta...
 no te fijes metas demasiado altas
 no abuses de las barritas o productos para el control del peso
 aumenta tu actividad física diaria
 no te obsesiones con pesarte, hazlo sólo una vez a la semana
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Fuente: http://mujer.terra.es/

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