Si duermes con calcetines seguramente se debe a que eres muy sensible al frío. Si es así, esto puede estar relacionado con diferentes causas, como el grosor de la piel y el ritmo metabólico del cuerpo. En algunas personas la circulación de la sangre es más rápida o los ciclos naturales del cuerpo se llevan a cabo a un ritmo más acelerado y esto las hace emitir calor constantemente. Pero otras personas sencillamente tienen la piel más fina o una circulación lenta y debido a esto pueden ser más sensibles al frío en el ambiente.
Aunque ser sensible al frío es una condición asociada a tus características físicas y biológicas, también es una sensación relacionada con tu percepción del espacio y la temperatura. Así, dos personas con características físicas muy similares perciben el clima de formas muy diferentes. Según esto, es posible que nuestro cerebro emita constantemente la señal de «sentir frío» como un mecanismo para buscar contacto y contención a través del calor.
Las personas que sienten la necesidad de dormir con calcetines (y en general de dormir abrigados) usualmente buscan ser protegidos. Si eres uno de ellos, lo más probable es que adores los lugares acogedores y busques establecer relaciones profundas y muy íntimas con otras personas. No te incomoda ceder algo de tu espacio personal a los otros y el contacto físico como los mimos, las caricias y los abrazos te hacen feliz.
Si en cambio, no toleras la idea de dormir con calcetines, y sólo pensar en tu pies cubiertos dentro de la cama te genera algo de incomodidad, es probable que se deba en parte a que conservas por naturaleza una alta temperatura corporal. Esto puede deberse a que tienes un metabolismo más acelerado que otras personas, al grosor de tu piel o a que la sangre corre con fuerza y velocidad por tus venas.
Natalie Dautovich es profesora de psicología en la Universidad de Alabama. Su especialidad es el campo del sueño, por lo que decidió hacer un estudio a gran escala sobre la relación entre el sueño y la temperatura. Los datos obtenidos explican que, cuando nos quedamos dormidos, nuestra temperatura corporal puede subir si nos tapamos demasiado, y son precisamente los pies y las manos, las partes del cuerpo que nos ayudan a expulsar el calor.
Lo más curioso es que el estudio demuestra que son miles las personas que, cuando van a la cama, tienen la costumbre de meterse calientitos bajo las mantas, dejando casualmente uno de sus pies fuera de la cama para que esté fresquito. Y no es que, como probablemente te dices a ti mismo, es para estar más cómodo. Esto tiene una base biológica.
El portavoz de la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, nos explica que cuando estamos profundamente dormidos, nuestra temperatura corporal baja al menos dos grados. En cambio, si no conseguimos dormirnos o padecemos insomnio, la temperatura estará estable y no descenderá. Es ahí cuando nos desesperamos, cuando contamos ovejas y cuando prendemos la televisión para ver los soporíferos programas de publicidad.
Por eso, algunos científicos afirman que las temperaturas más frescas, sólo un poco más frescas, nos inducen somnolencia y pueden ayudarnos a conciliar el sueño de forma más rápida. Curioso, ¿No? Además, el hecho de que nuestra palma de los pies y de manos carezca de pelo, nos permite expulsar de modo más adecuado el calor.
Entonces, los pies son esos reguladores de temperatura corporal que hacen que en un momento dado, y cuando más lo necesitamos, equilibra el calor, haciéndolo bajar del modo más acertado posible para que nos entre ese sueño agradable. Esa pesadez en los ojos y esa tranquilidad y regularidad en nuestra respiración, idónea para propiciarnos el más dulce de los sueños.
Tienes una predisposición biológica a conservar y generar calor y por eso te sobran los calcetines bajo las cobijas. Además de sentirte en libertad y a gusto en el contacto con las sábanas, dejas respirar los poros de tu piel, distensionas los músculos de tus pies y no hay ninguna prenda que oprima tus tobillos o piernas dificultando la circulación de la sangre.
Sin embargo, no todo es físico. Ser menos sensible al frío también está relacionado con la forma en que te relacionas con tu entorno y percibes los estímulos externos. Seguramente eres del tipo de personas más independientes. Valoras enormemente tu espacio personal y entras en contacto con los demás sólo cuando estás dispuesto a interactuar. En una relación tenderás a asumir el rol protector, eres franco y en ocasiones retador; esa es una de las maneras en que expresas tu cariño a los demás, aunque no siempre lo entiendan. A pesar de que parezca contradictorio por tus actitudes de persona demasiado independiente, sabes muy bien cuidar de los demás.
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