Los aceites esenciales con extractos aromáticos de plantas frescas y pueden tener hasta 250 moléculas activas sobre el organismo y la mente. Por ejemplo, el de abedul tiene una acción anti dolor y antiinflamatorio tonificante, el de palo de rosas contiene, entre otras, una sustancia energética sumamente poderosa. Sus efectos inmediatos se duplicaran en la medida en que se asocian unos extractos con otros.
Para combatir el estrés, los más recomendables son el de jazmín, limón, mandarina, valeriana, manzanilla y lavanda.
La mejor forma de no equivocarse es oler y respirar el aroma del aceite. En una consulta profesional el terapeuta, antes de recibir a su paciente, suele seleccionar una gran cantidad de aceites y ponerlos a la vista.
Cuando el paciente llega, le pide que inhale los aromas. Es él, el que debe elegir el que más le guste: la relación armónica que establece con determinado aroma, es un indicio de que ese será el aceite más activo para el relax, tonificación, etc.
En efecto, las esencias aromáticas, muy volátiles, transmiten directamente su mensaje químico al cerebro. Por eso, para saber cuál es la fragancia que mejor armoniza con usted, guíese por su gusto y su sensibilidad.
Las esencias tiene poderes que son casi mágicos, o que en algunos casos son totalmente mágicos, lo que tiene su justificación cuando se les estudia desde el punto de vista psicofísico, es decir de aquello que trasciende lo puramente material.
Aspiramos olores, pero no sabemos los efectos que nos producen. Olemos en función de goces o molestias puramente psicológicas, pero hasta ahora no sabemos. Lo que ocurre, por ejemplo, al aspirar el perfume de jazmín. No sabemos tampoco si harán bien. Tampoco sabemos si nos hacen bien los perfumes que nos echamos a diario, así sean elaborados en Paris o Estados Unidos.
Es que de los perfumes se conoce muy poco. No sabemos cómo la flor adquiere sus perfumes y las plantas su roma. Ni porque la rosa no huele como las dalias, o el limón no tiene el olor de las manzanas.
Lo único que se sabe es que los perfumes y olores no solo ejercen influencia en el aparato olfativo, sino especialmente en el sistema nervioso. Ocurre que más que olores, los perfumes son emanaciones muy sutiles y poco perceptibles por las personas. Algunos perfumes son purificadores de la atmosfera. Los perfumes aromáticos son antisépticos, mientras que los fumigadores hechos a base de nitrato, producen olores que hacen más profunda la respiración.
La lavanda, la menta, la ruda, agua de azahar, tienen poderes elementales para la reanimación y hasta la restauración orgánica. Ciertos perfumes, por otra parte, tienen gran influencia en las personas permitiendo mejorar las facultades mentales, “despertando” el intelecto.
Disfrutar de un buen aroma no es solamente algo que se haga para fines estéticos o confort, esto puede estar estrictamente vinculado a nuestro estado de ánimo. Los aromas tienen el poder de transformarnos por completo y existen infinidades de estudios que así lo demuestran.
Fuente: pixabay.com
Para combatir el estrés, los más recomendables son el de jazmín, limón, mandarina, valeriana, manzanilla y lavanda.
El aroma indicado
La mejor forma de no equivocarse es oler y respirar el aroma del aceite. En una consulta profesional el terapeuta, antes de recibir a su paciente, suele seleccionar una gran cantidad de aceites y ponerlos a la vista.
Cuando el paciente llega, le pide que inhale los aromas. Es él, el que debe elegir el que más le guste: la relación armónica que establece con determinado aroma, es un indicio de que ese será el aceite más activo para el relax, tonificación, etc.
En efecto, las esencias aromáticas, muy volátiles, transmiten directamente su mensaje químico al cerebro. Por eso, para saber cuál es la fragancia que mejor armoniza con usted, guíese por su gusto y su sensibilidad.
Esencias purificantes de la atmosfera
Las esencias tiene poderes que son casi mágicos, o que en algunos casos son totalmente mágicos, lo que tiene su justificación cuando se les estudia desde el punto de vista psicofísico, es decir de aquello que trasciende lo puramente material.
Aspiramos olores, pero no sabemos los efectos que nos producen. Olemos en función de goces o molestias puramente psicológicas, pero hasta ahora no sabemos. Lo que ocurre, por ejemplo, al aspirar el perfume de jazmín. No sabemos tampoco si harán bien. Tampoco sabemos si nos hacen bien los perfumes que nos echamos a diario, así sean elaborados en Paris o Estados Unidos.
Es que de los perfumes se conoce muy poco. No sabemos cómo la flor adquiere sus perfumes y las plantas su roma. Ni porque la rosa no huele como las dalias, o el limón no tiene el olor de las manzanas.
Lo único que se sabe es que los perfumes y olores no solo ejercen influencia en el aparato olfativo, sino especialmente en el sistema nervioso. Ocurre que más que olores, los perfumes son emanaciones muy sutiles y poco perceptibles por las personas. Algunos perfumes son purificadores de la atmosfera. Los perfumes aromáticos son antisépticos, mientras que los fumigadores hechos a base de nitrato, producen olores que hacen más profunda la respiración.
La lavanda, la menta, la ruda, agua de azahar, tienen poderes elementales para la reanimación y hasta la restauración orgánica. Ciertos perfumes, por otra parte, tienen gran influencia en las personas permitiendo mejorar las facultades mentales, “despertando” el intelecto.
Disfrutar de un buen aroma no es solamente algo que se haga para fines estéticos o confort, esto puede estar estrictamente vinculado a nuestro estado de ánimo. Los aromas tienen el poder de transformarnos por completo y existen infinidades de estudios que así lo demuestran.
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