Llevar una alimentación equilibrada así como realizar al menos treinta minutos de ejercicios simples cada día pueden mejorar de forma considerable nuestra salud y hacer que enfermemos menos o de forma más ocasional. Suena bien, ¿verdad?
Si no sabes por dónde empezar y necesitas un poco de ayuda, siguiendo los diez sencillos consejos que te apuntamos a continuación podrás conseguirlo. ¡Mejorar tu calidad de vida y la de los tuyos está en tu mano!
- Selecciona las grasas adecuadas: muchísima gente se la pasa diciendo que las grasas son malas, pero lo cierto es que no todas lo son. Más bien, algunas grasas nos ayudan a tener una mayor energía en nuestro cuerpo. Solo tenemos que primar las insaturadas y poliinsaturadas por encima de las saturadas o grasas trans, que sí debemos evitar.
- Ingiere proteínas y limita los carbohidratos: una dieta equilibrada es básico para que los nutrientes adecuados lleguen a la médula ósea, lugar donde se producen los glóbulos blancos y las proteínas, que ayudan a generar estos importantes defensores de nuestro sistema inmunológico. Por su parte, los carbohidratos aunque también son esenciales ya que aportan energía, en exceso pueden reducir los linfocitos y provocar respuestas inmunes más bajas.
- Incorpora alimentos de estimulación inmunológica: hay alimentos que gracias a sus propiedades pueden ayudarnos a conseguir nuestro propósito como el ajo, las almendras, la col, los arándanos, las frambuesas, el yogur o el té. Introducir, además, otros alimentos antioxidantes también mejorará nuestras defensas.
- ¡Atento a tus niveles de vitaminas!: las vitaminas A, C, D y E son vitales para el sistema inmunológico. Realízate controles regularmente para asegurarte de mantenerlas en niveles óptimos. Consume zinc y cobre, además, su ausencia puede provocar una bajada importante en nuestras defensas.
- Practica ejercicio con regularidad: los ejercicios hacen que tu salud cardiovascular sea mucho mejor y además de eso, ayudan a reducir en tu organismo las posibilidades de tener enfermedades crónicas. Además, el ejercicio aumentará el flujo sanguíneo e incremetará la excreción del cuerpo de metabolitos dañinos, lo que ayuda al correcto funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
- Mens sana in corpore sano: ¡el ejercicio también mejora nuestro estado anímico! Practicar yoga, pilates o cualquier otro deporte con el que disfrutemos, nos ayudará a generar endorfinas, un potenciador natural de las defensas.
- Deja de fumar o limita el consumo de tabaco: no nos engañemos, fumar daña prácticamente todos los órganos del cuerpo y daña tu sistema inmunológico. El deporte puede ayudarte a liberar la ansiedad que genera el abandonar este mal hábito. Pide ayuda a tu médico.
- Bebe agua: aporta energía a los músculos, mejora la función intestinal y equilibra los niveles de líquido de nuestro cuerpo. ¡Debes beber unos ocho vasos de agua al día!
- Duerme entre 6 y 8 horas al día: el descanso mejora nuestro estado de ánimo y por tanto, los niveles de energía, además de evitar accidentes cerebrovasculares.
- Controla el estrés: aunque no lo creas, el estrés tiene repercusiones físicas. De hecho, si es crónico puede afectar negativamente a tu sistema inmunitario y además tensar los recursos del organismo, lo que puede disminuir la función de tu sistema inmunológico.
Si no sabes por dónde empezar y necesitas un poco de ayuda, siguiendo los diez sencillos consejos que te apuntamos a continuación podrás conseguirlo. ¡Mejorar tu calidad de vida y la de los tuyos está en tu mano!
- Selecciona las grasas adecuadas: muchísima gente se la pasa diciendo que las grasas son malas, pero lo cierto es que no todas lo son. Más bien, algunas grasas nos ayudan a tener una mayor energía en nuestro cuerpo. Solo tenemos que primar las insaturadas y poliinsaturadas por encima de las saturadas o grasas trans, que sí debemos evitar.
- Ingiere proteínas y limita los carbohidratos: una dieta equilibrada es básico para que los nutrientes adecuados lleguen a la médula ósea, lugar donde se producen los glóbulos blancos y las proteínas, que ayudan a generar estos importantes defensores de nuestro sistema inmunológico. Por su parte, los carbohidratos aunque también son esenciales ya que aportan energía, en exceso pueden reducir los linfocitos y provocar respuestas inmunes más bajas.
- Incorpora alimentos de estimulación inmunológica: hay alimentos que gracias a sus propiedades pueden ayudarnos a conseguir nuestro propósito como el ajo, las almendras, la col, los arándanos, las frambuesas, el yogur o el té. Introducir, además, otros alimentos antioxidantes también mejorará nuestras defensas.
- ¡Atento a tus niveles de vitaminas!: las vitaminas A, C, D y E son vitales para el sistema inmunológico. Realízate controles regularmente para asegurarte de mantenerlas en niveles óptimos. Consume zinc y cobre, además, su ausencia puede provocar una bajada importante en nuestras defensas.
- Practica ejercicio con regularidad: los ejercicios hacen que tu salud cardiovascular sea mucho mejor y además de eso, ayudan a reducir en tu organismo las posibilidades de tener enfermedades crónicas. Además, el ejercicio aumentará el flujo sanguíneo e incremetará la excreción del cuerpo de metabolitos dañinos, lo que ayuda al correcto funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
- Mens sana in corpore sano: ¡el ejercicio también mejora nuestro estado anímico! Practicar yoga, pilates o cualquier otro deporte con el que disfrutemos, nos ayudará a generar endorfinas, un potenciador natural de las defensas.
- Deja de fumar o limita el consumo de tabaco: no nos engañemos, fumar daña prácticamente todos los órganos del cuerpo y daña tu sistema inmunológico. El deporte puede ayudarte a liberar la ansiedad que genera el abandonar este mal hábito. Pide ayuda a tu médico.
- Bebe agua: aporta energía a los músculos, mejora la función intestinal y equilibra los niveles de líquido de nuestro cuerpo. ¡Debes beber unos ocho vasos de agua al día!
- Duerme entre 6 y 8 horas al día: el descanso mejora nuestro estado de ánimo y por tanto, los niveles de energía, además de evitar accidentes cerebrovasculares.
- Controla el estrés: aunque no lo creas, el estrés tiene repercusiones físicas. De hecho, si es crónico puede afectar negativamente a tu sistema inmunitario y además tensar los recursos del organismo, lo que puede disminuir la función de tu sistema inmunológico.
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