Cada uno de nosotros tiene su propia postura corporal única. Es por ella que puedes reconocer a una persona desde lejos. Esta nos permita interpretar mucho sobre las cosas que hemos experimentado en la vida.
Pero llega un momento en el que queremos enderezarnos, seguir adelante. Y entonces comprendemos que las posibilidades de nuestro cuerpo son ilimitadas y es capaz, habiendo cambiado, de revelarnos las partes perdidas y olvidadas de nosotros mismos.
Nuestra personalidad se muestra con mucha precisión en nuestro cuerpo, definiendo su postura, la forma de moverse, de manifestarse. La pose se convierte en una armadura que protege en la vida cotidiana.
La postura corporal no puede ser incorrecta, incluso si el cuerpo parece retorcido, encorvado o extraño. Siempre es el resultado de una respuesta a las circunstancias a menudo desfavorables que hemos tenido que afrontar en la vida.
Por ejemplo, alguien que ha fracasado en el amor estará convencido de que, si vuelve a abrir su corazón, esto le traerá nuevas desilusiones y dolor. Por lo tanto, es natural y lógico que se cierre, y se presente con el pecho hundido, el plexo solar bloqueado y las piernas rígidas y tensas.
Si bien estar tenso y encorvado no es una buena cualidad, en el momento adecuado ayuda a defenderse y a cuidarse uno mismo. Una vez dicho esto, ¿De qué manera puede ayudarnos la psicosomática?
Cuando nuestro cuerpo ya no nos protege
El cuerpo expresa lo que somos en este momento, nuestras aspiraciones, el pasado, lo que pensamos de nosotros mismos y de la vida. Por lo tanto, cualquier cambio en nuestro camino y cualquier cambio en los sentimientos y pensamientos irá acompañado de cambios en el cuerpo. A menudo, los cambios, incluso los profundos, no se notan a primera vista.
En algún momento de tu vida, es posible que de repente te des cuenta de que tu postura ya no satisface tus necesidades, que la vida ha cambiado y que podrías cambiar aún más y mejorar.
Es decir, ha llegado el momento de quitar los viejos bloques, de afinar el cuerpo como un instrumento: tirar de una cuerda, soltar la otra. Tienes que estar decidido a cambiar, no solo a imaginar que estás cambiando, o peor aún, a creer que ya has cambiado. Uno de los objetivos de trabajar con el cuerpo a través del movimiento es cambiar.
La cantidad de insatisfacción con la vida es directamente proporcional a la cantidad de potencial no utilizado, es decir, la fuerza que tienes, pero no aprovechas, el amor que no expresas, las cualidades mentales que no muestras.
Pero ¿por qué es tan difícil moverse, por qué hemos perdido la facilidad para crear un cambio espontáneo? ¿Por qué nos esforzamos tanto en fijar nuestro comportamiento y mantener nuestros hábitos?
Pareciera como si una parte de nuestro cuerpo se lanzara hacia adelante, para atacar, mientras que la otra se retira, se esconde de la vida.
Esquemáticamente, se puede representar de la siguiente manera: si le tengo miedo al amor, el cuerpo presentará solo el 30% de los movimientos que se manifiestan como una disposición para el amor y la alegría de la vida. Esa falta del 70% afectará notablemente el rango de movimiento.
El cuerpo expresará aislamiento mental acortando los músculos pectorales que comprimen el pecho y buscan proteger la región del corazón. La caja torácica, para compensarlo, “cae” en la cavidad abdominal y aprieta los órganos vitales, y esto hace que la persona sienta un constante cansancio de la vida, y su expresión facial se vuelve cansada o temerosa.
Esto significa que los movimientos corporales que van más allá de este 30% causarán los cambios correspondientes a ese nivel mental.
Ayudarán a aflojar el pecho, suavizar los gestos con las manos, aliviar la tensión imperceptible pero interpretable en los músculos alrededor de la pelvis.
¿Qué es lo que nuestro cuerpo comunica?
Quizás sospechamos o alguna vez escuchamos o leímos que el cuerpo es un lugar en el que cada emoción, cada pensamiento, toda experiencia pasada, o mejor dicho, toda nuestra vida, queda impresa. Esta vez, al dejar huellas, este impacto se vuelve material.
El cuerpo, con la espalda encorvada, el pecho hundido, las piernas hacia adentro o el pecho protuberante y la mirada desafiante, ciertamente comunicará algo sobre la persona dueña de él. Podrá indicar desaliento y decepción, o fortaleza y demostrar que puedes hacer cualquier cosa.
El cuerpo habla del alma, de la esencia. Esta visión del cuerpo es lo que llamamos lectura corporal.
- Las piernas muestran la manera en que una persona está apoyada en el suelo y si está en contacto con él: quizás lo hace con miedo, con confianza o con asco. Si no estoy completamente apoyado en mis piernas y en mis pies, ¿en qué debería apoyarme entonces? ¿Quizás en un amigo, el trabajo, dinero?
- La respiración te dirá sobre la relación que tiene con el mundo exterior y mucho más sobre la relación con el mundo interior.
Las rodillas hacia adentro, la retroflexión de las caderas, las cejas levantadas son señales, notas autobiográficas que nos caracterizan y cuentan nuestra historia.
Los cambios no pasan desapercibidos
Las contradicciones de personalidad se pueden ver reflejadas en el cuerpo. Parece que una parte del cuerpo se precipita hacia adelante, para atacar, mientras que la otra se retira, se esconde, tiene miedo a la vida. O una parte tiende hacia arriba, mientras que la otra permanece presionada hacia abajo.
Mirada emocionada y cuerpo perezoso o cara triste y cuerpo muy vivo. Y en algunas personas, solamente se manifiesta la fuerza reactiva: “¡Les mostraré a todos quién soy!”
A menudo se dice que los cambios psicológicos conducen a cambios corporales. Pero aún más a menudo ocurre al revés. Cuando trabajamos el cuerpo sin expectativas especiales, pero simplemente disfrutando de la liberación de los bloqueos corporales, tensiones y ganando flexibilidad, abrimos inesperadamente nuevos territorios internos.
Si liberas tensión en la zona pélvica y fortaleces los músculos de las piernas, surgirán nuevas sensaciones físicas, que se percibirán a nivel mental como autoconfianza, ganas de disfrutar la vida, de estar más liberado. Lo mismo ocurre cuando expandimos la caja torácica.
Tienes que darte tiempo a ti mismo
Las posibilidades para el cuerpo son infinitas, es posible extraer de él, como del sombrero de un mago, las partes perdidas y olvidadas de nosotros mismos.
El cuerpo tiene sus propias limitaciones, por lo que se necesita mucho trabajo, a veces diario, para lograr un mayor tono muscular, para que los músculos sean más elásticos. Necesitas darte tiempo, repetir con paciencia, intentarlo una y otra vez, celebrar los cambios asombrosos, a veces inesperados.
La eliminación de cada bloque libera una enorme cantidad de energía que anteriormente se retenía. Y todo empieza a ser más fácil.
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