Tener autoestima es el primer peldaño de la escalera hacia la autoaceptación. Se trata de comprender tu propio valor, de reconocer todo sobre ti, virtudes y debilidades, de aceptar tu naturaleza y aceptar tu verdadero ser tal y como es.
Todas las experiencias que atraviesas en la vida se reducen en convertirte el tipo de persona que realmente deseas ser, sin importarte en lo más mínimo lo que el mundo tenga que decir al respecto. Tener el coraje de expresarte, opinar y defenderte sobre cualquier cosa que te moleste, o peor, que te haga daño.
Cuando ya llegas finalmente a esa etapa de tu vida te haces más consciente de quien eres, y es cuando comienza el proceso de transformación; te das cuenta que muchas cosas estuvieron borrosas en tu vida y es momento de tomar el asunto en tus manos. Y entonces empiezas a hacer ciertas cosas que otros no pueden notar porque tú tienes respeto por ti mismo.
Te pones en lo más alto de tu lista de prioridades. Con esto no pareces egoísta, pero piénsalo, ¿quién mejor que tú mismo para cuidarte y protegerte? Primero es tu bienestar para poder prosperar en las relaciones de pareja, familiares y de amigos.
Ya dejaste de aceptar disculpas y palabras vacías que no tienen justificación. Las palabras son superficiales y las acciones hablan por sí solas.
Ahora entiendes que ya no tienes que ser un mediador entre las personas. Ya no juegas al mártir por el bien de los demás, sentías que los problemas de los demás eran tuyos también. Pero ya sabes que meter la cabeza donde no se debe puede hacerte ganar un golpe en la cara.
Ya no te quedas a escuchar a las personas mientras absorben tu energía quejándose de sus problemas constantes en la vida que por alguna razón siempre es lo mismo. A diferencia de ellos tú decidiste ver solo lo bueno en tu vida y enfocarte en ello.
Cortas toda relación tóxica que te inflige dolor. Ya no le ves utilidad a intentar una y otra vez entender a una persona que solo existe para alimentarse de tu amabilidad.
Ya no justificas tus acciones frente a los demás. Solo tú decides qué hacer con tu vida y es por completo tu responsabilidad, no tienes que ir explicando a los demás por qué decidiste salir con alguien en particular o por qué cambiaste de trabajo.
Contestas los textos cuando se te antoje. No es que seas grosero por eso, pero cuando estas disfrutando de espacio y tiempo para ti mismo, responder textos no es tu prioridad. No permites que otros definan en qué gastar tu tiempo.
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