Todos disponemos de un sistema inmunitario psicológico. Algunos lo tenemos algo debilitado y de ahí, que no podamos hacer frente con adecuada efectividad a todos esos “patógenos” con los que nos encontramos a diario. El estrés, los virus de las relaciones desgastantes y el impacto de la adversidad son esos elementos de los que suele protegernos esta entidad de nuestro cerebro.
Ahora bien, ¿de verdad tiene el ser humano un sistema similar a ese conjunto de tejidos y órganos encargados de protegernos de los antígenos? No exactamente, en realidad es un mecanismo si cabe más fascinante pero desconocido por la mayoría a su vez. Fueron el doctor Dan Gilbert, de la Universidad de Harvard y el psicólogo social Timothy Wilson de la Universidad de Virginia quienes nos explicaron en el 2001 un hecho llamativo.
En primer lugar, el ser humano subestima a menudo la gran capacidad que tiene para hacer frente a la adversidad y a esas tormentas emocionales en las que nos vemos inmersos con frecuencia. Más allá de lo que podamos pensar, hay un resorte innato -pero desaprovechado- capaz de ayudarnos a encarar las dificultades con más solvencia de la que creemos.
El sistema inmunitario psicológico no tiene un rincón concreto en el cerebro, pero aún así existe y está latente. Es ese mecanismo por el cual, podemos sobreponernos a los hechos más impactantes y también a esos pequeños reveses del día a día. No obstante, eso sí, al igual que ocurre con nuestras defensas, a veces atravesamos por épocas de cierta vulnerabilidad.
Es más, en ocasiones el mero hecho de vivir en entornos negativos y opresivos “enferma” y debilita este sistema inmunitario.
“En las grandes adversidades toda alma noble aprende a conocerse mejor”.-Friedrich von Schiller-
Sistema inmunitario psicológico: componentes que la integran
El sistema inmunitario psicológico tiene que ver de manera directa con la resiliencia. De este modo, algo que a menudo nos llama la atención es cómo algunas personas son capaces de reponerse de un hecho traumático con mayor rapidez que otras. Es algo que nos admira y que no siempre llegamos a comprender. ¿Cómo lo hacen? ¿Por qué hay quien actúa con mayor resiliencia y otros carecen de esta resistencia psicológica?
Carlos Osorio, neurocientífico de King´s College de Londres realizó un estudio en el 2016 intentando comprender cómo era el cerebro de las personas resilientes. Esa resistencia ante la adversidad se relaciona en gran parte de los casos un origen genético. Algo que pudo verse es que este tipo de perfil hace frente al estrés con mayor efectividad. Así, y gracias a una serie de procesos neuroquímicos, solían regular con mayor eficacia el nivel de cortisol en sangre.
Por otro lado, además de los factores genéticos están los psicológicos. Hay personas con mayores recursos y estrategias de afrontamiento para regular la ansiedad, poner límites, trabajar el bienestar emocional y en esencia, lidiar con las dificultades cotidianas. Todos estos procesos se relacionan de manera directa con aquello que los neuropsicólogos definen como “sistema inmunitario psicológico”.
Veamos a continuación, esas dos defensas que componen este mecanismo.
Defensas psicológicas para afrontar el estrés
El sistema inmunitario psicológico tiene como finalidad básica protegernos del efecto del estrés. Si somos capaces de amortiguar su impacto cotidiano, ganaremos en bienestar y calidad de vida.
- Mientras el sistema inmunitario orgánico nos protege de los patógenos, el psicológico sitúa barreras defensivas ante las preocupaciones, los miedos y esos golpes inesperados que alteran nuestro equilibrio emocional.
- Ahora bien, no se trata ni mucho menos de ser “inmunes” al sufrimiento. Se trata de saber lidiar con él, de manejarlo, aceptarlo, entenderlo, transformarlo…
- Lo que hace el sistema inmunitario psicológico es racionalizar. Racionalizar implica no dejarnos atrapar en una emocionalidad negativa y debilitante. Significa no reforzar pensamientos irracionales. Implica también hacer uso de una mentalidad de crecimiento y no de estancamiento.
La autoestima, nuestro mejor sistema de defensa
Otro componente que integra el sistema inmunitario psicológico es la autoestima. Estudios como el llevado a cabo por Beatrice Balgiu, de la Universidad de Bucarest, nos demuestran esta interesante relación. Así, disponer de una autoestima fuerte y sana, revierte en nuestra personalidad y en la propia resiliencia.
- Esta dimensión psicológica nos visibiliza ante el mundo e, incluso, ante nosotros mismos. Es algo más que una autopercepción positiva.
- Es ante todo, sentirnos capaces y con el coraje suficiente para encarar dificultades.
- También nos sirve para poner límites, protegernos, saber decir “no” y decir “sí” con convicción suficiente hacia lo que nos genera un bien.
¿Cómo podemos fortalecer nuestro sistema inmunitario psicológico?
Tal y como hemos señalado, hay personas que vienen de “fábrica” con este maravilloso mecanismo. Sin embargo, otras veces, factores como una infancia traumática o un entorno social desfavorecido provocan que nuestra personalidad no sea tan resistente como nos gustaría.
No obstante, hay esperanza. Todos disponemos de un excepcional potencial latente. Una fuerza innata esperando ser despertada. Así, y al igual que nos cuidamos en el día a día para fortalecer nuestras defensas naturales, también podemos hacer lo mismo con nuestras defensas psicológicas.
Estas serían algunas estrategias.
Claves para fortalecer nuestro sistema inmunitario psicológico
Un libro muy recomendable para “entrenar” y ver el producto de esta fortaleza es El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl. Así, uno de los primeros pasos que debemos trabajar es precisamente esa dimensión: la búsqueda de un propósito, tener un sentido de la vida, una razón, una serie de valores.
- En segundo lugar, estaría sin duda, dar mayor resistencia y brío a nuestra autoestima. En este caso, la ayuda y la terapia psicológica nos puede ser de gran utilidad.
- El tercer factor es trabajar la racionalidad, la atención y el enfoque positivo. Tener un control sobre los propios pensamientos, saber dónde situar la atención y cuidar de no derivar en la negatividad es esencial para el bienestar psicológico es altamente necesario. En este caso, la práctica de la meditación nos puede ser de ayuda.
Por último, una estrategia que sirve de fuelle en cualquier fuego de progreso es la creatividad. Las dificultades se achican a menudo ante soluciones originales. Las respuestas creativas abren puertas. Nos ayudan a salir de entornos dañinos, de situaciones potencialmente estimulantes para nuestra involución como personas. Innovar, crear y permitirnos nuevas oportunidades facilita nuestro desarrollo.
Para concluir, sabiendo ya que todos disponemos de un sistema inmunitario psicológico, trabajemos en él. Cuidémoslo a diario y fortalezcamos esta excepcional dimensión.
La mente es maravillosa
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