Los investigadores examinaron hábitos dietéticos para averiguar si había algún marcador por el que las personas tienden a comer principalmente ciertos productos
Hasta la fecha, los principales estudios del genoma humano se habían utilizado para asociar variaciones genéticas específicas con enfermedades particulares. Así, si un grupo grande de personas tiene una variación genética de una determinada enfermedad, se puede inferir que aquellas que también poseen ese gen diferente están igualmente en riesgo de contraerla. En lugar de examinar las enfermedades, los investigadores se centraron en los hábitos dietéticos para averiguar si había algún marcador que hiciera que las personas tuvieran el 'riesgo' de comer típicamente ciertos alimentos.
Nueve marcadores genéticos
Los científicos, utilizando datos de ADN y de estilo de vida de más de 160.000 japoneses, entre los que se encontraban sus hábitos dietéticos, descubrieron nueve marcadores genéticos que estaban asociados con el consumo de café, té, alcohol, yogur y queso, natto (frijoles de soja fermentados), tofu, pescado, verduras y carne. También se observaron variantes responsables de la capacidad de probar sabores amargos. Esta asociación se encontró entre las personas a las que les gustaba comer tofu; mientras que aquellos sin la variante consumían poco o nada de alcohol. Aquellos que comían más pescado, natto, tofu y verduras tenían una variante genética que los hacía más sensibles a los sabores umami. Los ingredientes principales de los alimentos también importaban; por ejemplo, había correlaciones genéticas positivas entre comer yogur y comer queso, ambos alimentos a base de leche.
"Sabemos que lo que comemos define lo que somos, pero encontramos que lo que somos también define lo que comemos"
Con el fin de averiguar si alguno de estos marcadores genéticos asociados con los alimentos también estaban relacionados con ciertas enfermedades, los investigadores llevaron a cabo un estudio de fenoma. El fenoma comprende todos los rasgos posibles observables del ADN, conocidos como fenotipos. Seis de los marcadores genéticos asociados con los alimentos también estaban relacionados con, al menos, un fenotipo de una enfermedad, como varios tipos de cáncer, así como la diabetes tipo 2.
Dado que la investigación solo estudió a personas nativas de Japón, las mismas variaciones genéticas asociadas con las preferencias alimentarias probablemente no son aplicables a las poblaciones de todo el mundo. No obstante, se han descubierto enlaces similares en otros grupos de población. Así, un estudio en Italia identificó una variante genética que afecta a las preferencias que tienen las personas a la hora de desayunar pan con mantequilla o aceite. Otro estudio a nivel europeo encontró variantes genéticas relacionadas con la percepción de la salinidad de un alimento.
Muchos más factores
A pesar del papel que juega la genética a la hora de escoger los alimentos, los investigadores japoneses también señalan que nuestro ambiente, la demografía, la situación socioeconómica y la cultura tienen un peso muy importante a la hora de esa elección.
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