Mar y salud están relacionados. Tanto es así que nuestro cerebro reacciona de un modo más positivo ante este escenario: se siente más relajado, su percepción mejora, asoma la creatividad y consigue una mayor claridad mental. Pocos entornos resultan tan reconfortantes como sentir la arena tibia bajo nuestros pies, el rumor de las olas y el frescor de esa brisa salitrada.
Marinos, surfistas y biólogos repiten siempre lo mismo: el mar tiene un embrujo, el océano atrae, cautiva y tiene un misterioso atractivo para el ser humano casi desde el inicio de los tiempos. Esa insondable extensión de agua azul nos produce las más variadas sensaciones. A veces, basta solo con estar un instante en la orilla para recargar energías y percibir cómo mejora nuestro ánimo.
“El océano es más antiguo que las montañas y está cargado con los recuerdos y los sueños del Tiempo”.
-H.P. Lovecraft-
Basta recordar también la conocida práctica de los médicos victorianos para con sus pacientes. A todas aquellas personas aquejadas de melancolía, tuberculosis o simple mal de amores se les prescribía lo mismo: aire de mar. De este modo, las playas fueron durante mucho tiempo ese recurso terapéutico ideal tanto para la élite acomodada como para las más personas pobres. Y funcionaba, desde luego que lo hacía. Porque mejoraban el ánimo, porque mar y salud tienen un vínculo especial que la ciencia no deja de corroborar.
Mar y salud: el efecto terapéutico de los entornos acuáticos
En el 2011 se llevó a cabo un interesante estudio liderado por el departamento de arquitectura sanitaria de la universidad de Suecia. En él se demostró algo que seguramente todos intuíamos: los entornos acuáticos generan bienestar y tienen un impacto positivo en nuestra salud. De este modo, tanto el mar… como los ríos y los lagos generan cambios en nuestra mente, en nuestro cerebro y en el propio cuerpo.
Es tal el misterio y la fascinación hacia estos escenarios azulados que no faltan autores empeñados en dar respuesta a dicho enigma. Uno de ellos fue el conocido biólogo marino Sir Alister Hardy. Según este científico, conocido por participar en una de las primeras expediciones a la Antártida, allá por 1925, nuestro cuerpo está “programado" para reaccionar ante los entornos que le son beneficiosos.
Cuando nuestra especie dejó la sabana, alcanzó las costas y descubrió el océano, algo cambió en nosotros. De pronto, tuvimos acceso a nuevos alimentos, en especial a aquellos ricos en ácidos grasos omega 3, básicos para el desarrollo y salud cerebral. Asimismo, el efecto terapéutico del mar, con sus poderosos estímulos, pudo crear un vínculo temprano y muy poderoso. Tanto es así que no faltan trabajos sobre el tema.
Uno de ellos es el de la doctora Jenny Roe, de la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo. Según este trabajo al estar en contacto con el mar se producen a cabo toda una serie de respuestas fisiológicas. Liberamos endorfinas, se reduce el nivel de cortisol, generamos ondas alfa en nuestro cerebro… Ese contacto temprano de los primeros homínidos en su relación con el mar puedo dejar en nosotros una impronta que aún persiste, que nos recuerda sus beneficios, su innegable bienestar.
El poder curativo del océano
Mar y salud se relacionan. El océano genera lo que muchos científicos denominan como “bienestar azul" y que se resume:
La mente azul
- Nuestros cerebros reaccionan de forma muy positiva ante la visión del agua. Contemplarlo, olerlo y sentirlo ofrece al cerebro un estado de relajación absoluta. Ese estado idóneo de calma favorece la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, los cuales incrementan nuestra sensación de felicidad.
- El mar, además, impulsa nuestra creatividad, se reducen las preocupaciones y mejoramos procesos cognitivos tan básicos como la memoria, la atención…
Ideal para las vías respiratorias
Esa brisa salitrada es un regalo de bienestar para nuestras vías respiratorias. Las destapa, limpia los pulmones, facilita la respiración y además, nos beneficiamos de su efecto antibiótico. El mar es ideal para las personas con asma, con alergias…
Conexión y energía
Tanto el sonido del mar como la visión de estos escenarios dominados por el movimiento, la luz y la panorámica de la inmensidad favorecen la aparición de las ondas alfa en nuestro cerebro. Entramos en un estado de calma y la conexión interna mejora. Aún más, según un trabajo publicado en el Journal of Complementary Medicine, es el propio aire del océano el que contribuye a ese estado de relajación y conexión personal.
El aire marino está cargado de iones negativos. Estas partículas negativas tal y como nos revela este trabajo, se generan sobre todo en entornos naturales con corrientes de agua: el mar, los ríos, las cascadas, etc. Su efecto favorece la producción de serotonina, entramos por así decirlo, en un estado de equilibrio interno que a su vez, nos llena de energía. De creatividad, de motivación, de ánimo para conectar con los nuestros, de socializar…
Tampoco podemos olvidar algo esencial. Mar y salud tienen un vínculo directo porque en estos escenarios tenemos la posibilidad de absorber vitamina D. Comos sabemos, este componente es imprescindible para un gran número de procesos vitales. Sin embargo, por curioso que parezca, una gran parte de la población padece un déficit en este heterolípido insaponificable. Por tanto, no lo dudemos. Si tenemos la posibilidad, hagamos caso a nuestros instintos, a esa voz primitiva que sabe y entiende que el mar es un buen lugar para pasar el día. Merece la pena, merece la salud.
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