10 junio 2018

Nunca te quiebres a ti mism@ por mantener completos a los demás

Muchas veces evitamos a toda costa que las personas que son importantes en nuestras vidas, se rompan en pedazos, inclusive si esto tiene como costo a pagar quebrarnos a nosotros mismos. Esto solemos hacerlo porque se nos hace más sencillo manejar nuestro dolor que el dolor de quienes amamos y queremos evitarles cualquier herida, cualquier sufrimiento.
Esto pasa una factura muy alta a nuestras vidas, nos llena de cicatrices que quizás no nos corresponda llevar. Está bien evitar en la medida de lo posible el dolor en quienes queremos, pero debemos asegurarnos de protegernos a nosotros mismos en el proceso. Estamos acá para apoyarnos mutuamente, no para ser escudos vivientes de nuestros afectos.
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Amor no debe ser sinónimo de sacrificio

Algunas circunstancias serán argumento adecuado, pero en su mayoría podremos procurar el bien de otro sin hacernos daño a nosotros mismos. No podemos sacrificar nuestra vida, nuestra felicidad por la de otros, es nuestra responsabilidad brindarnos a nosotros mismos la contención necesaria para que transitemos este paso escribiendo nuestra historia, una historia bonita, no una historia triste en donde el amor que obtuvimos o las satisfacciones estuvieron siempre asociadas a sacrificios de nuestra parte.
No podemos perdernos por la necesidad de aprobación de alguien más, no podemos permitirnos soportar un trato diferente al que nos merecemos, no podemos humillarnos para ganar el afecto de alguien, no podemos decidir cómo vamos a ser o a hacer por las opiniones de otros, no podemos dejar que nuestros sueños ocupen las últimas posiciones de nuestra escala de prioridades, no podemos acostumbrarnos a decir sí cuando realmente queremos gritar no, no debemos donar el control de nuestra vida a ninguna otra persona.
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La vida como la conocemos, es este corto tránsito, si queremos aprovecharlo y mirar atrás sin culpas, debemos procurar el bien para nosotros mismos, sin que esto represente ser egoístas o indolentes, sino aceptando que tenemos un alcance en la vida de los otros y que facilitaremos sus vidas y contribuiremos en su felicidad con límites determinados por la afectación que puedan tener nuestras acciones en nuestras propias vidas.

El dar tiene sus límites

Es gratificante dar, observar la sonrisa en el otro, evitar dolores, ayudar a aliviar la carga, pero sin que todo ello genere en nuestra vida el efecto contrario. Debemos procurar el bien en la mayoría de los involucrados, comenzando por nosotros mismos. Cuando estamos bien se nos hace más factible ayudar a otros, irradiar a otros de buena energía, si nos colocamos a cuestas cargas que no nos pertenecen, de a poco nos iremos quebrando,  y se nos hará imposible seguir viviendo por otros, y lo peor seguir viviendo por nosotros mismos.
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Mantengamos las cosas en equilibrio, que nuestra participación en la vida de los demás tenga evidentemente un alcance positivo, pero que no represente un perjuicio para nosotros.
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